Bienvenido a mi dominio

¡Hola a todos!

Hace poco comencé a escribir, todo empezó como un reto que me pusieron, y este es el resultado, quiero comentaros que no todo el mundo le puede gustar lo que escribo, eso no quiere decir que sea un vivo reflejo de lo que soy.

Esto no lo podría hacer sin la ayuda incondicional de Mary Ann corrigiendo mis fallos garrafales y sin May Packer editando el blog. Gracias Chicas.


sábado, 1 de febrero de 2014

El HOSPITAL II



El hospital II (escrito por Julian  y editado por Mary Ann)


Mónica empezó con el aseo diario, ya que Alberto no podía hacerlo por sí mismo. Aparte de la amputación, tenía rotura del fémur de la pierna derecha y una luxación de la cadera izquierda, que se hizo al ser catapultado contra una roca.

- ¡Qué guapa estas hoy Mónica! Te veo distinta que otros días – Le dijo Alberto, haciéndole sonrojar.

- Gracias guapo, yo te veo mas alegre. ¿Qué pasaría anoche? – preguntó Mónica con una sonrisa.

- ¡Nada! – Dijo Alberto - ¿Qué podría haber pasado anoche? – respondió riendo.

Mónica empezó como siempre con la parte de arriba, enjabonando todo el cuerpo. Luego le secaba y pasaba a la parte de abajo. Alberto siempre se lavaba solo las partes íntimas, ya que es algo que las enfermeras tenían prohibido, a no ser que el enfermo no pudiera valerse por sí mismo. Pero esa mañana, sin darse cuenta, Mónica le cogió el pene y empezó a enjabonarlo. Alberto se quedó sorprendido, pero no dijo nada. Le gustaba esa sensación de ser aseado por ella. Le gustaba esa chica.

- ¡Ay, Dios, perdona! – le dijo Mónica, dándose cuenta de lo que estaba haciendo. – No quería tocarte tu… – Añadió con voz nerviosa.

- No pasa nada, Mónica. Estaba deseando que llegase este momento. Alberto le cogió la mano y le animó a que siguiera enjabonando su pene, que por momentos se ponía mas duro. Mónica notó cómo le subían los calores por dentro. Por primera vez estaba haciendo eso que ella tanto había deseado en silencio: tocar el pene de ese soldado que la tenía loca y le gustaba con locura.

- ¡Dios, Alberto! ¡No podemos hacer esto! ¡Yo lo tengo prohibido por mi profesión y tú lo tienes prohibido porque tienes novia! – Eso le hizo pensar…y le retiró la mano.

- Lo siento Mónica. No era mi intención incomodarte. Pensé que era lo que deseabas.

Ella, sin saber cómo responder ni reaccionar, se limitó a estar en silencio. Terminó de lavarlo, después llamó a su compañera, para ayudarla a cambiar las sábanas de la cama y salieron de la habitación.

- Que tengas un buen día Alberto – le dijo Mónica.

- Tú también Mónica – le respondió él.

- Ese día Alberto estuvo todo el tiempo pensando en lo que había ocurrido. Se sintió incómodo con la situación, pero a la vez le daba mucho morbo el hecho de saber que a ella le gustaba.

Silvia llegó un poco más tarde de lo que había dicho y entró con una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola guapetón. ¿Cómo esta hoy mi cojito? – Le preguntó dándole un beso apasionado.

- Hoy mejor que nunca – le respondió él. – Me siento estupendamente.

- ¿Te apetece cenar pizza, cariño? – le preguntó Silvia. –Tengo antojo y vengo todo el camino pensando en ello.

- Me parece perfecto. Yo también tengo ganas de comer algo que no sea esta comida sin sal – le respondió él.

Silvia encargó por teléfono dos "pizzas extreme" a Pizzahut. Una hora después estaban disfrutando de una cena que a Alberto le supo a gloria. Sobre las once de la noche, Silvia se sintió francamente cansada y no le apeteció coger el coche para irse a casa, así que decidió quedarse en el sofá para familiares de la habitación.

- Me quedo a dormir, cariño. Me siento muy cansada para conducir hasta casa. He tenido un día muy duro – le dijo.

Se aseó un poco en el lavabo, se tumbó y entró en un profundo sueño. Alberto estuvo viendo "Crónicas Marcianas". Era su "late night show" preferido: no se perdía ni un programa. Después del programa se quedó dormido. Silvia se despertó de madrugada para ir al servicio y cuando pasó a su lado, se acordó de lo que había pasado la noche anterior, de cómo se había corrido en su boca. Sólo de pensarlo se ponía cachonda y sin pensarlo, retiró la sabana y empezó a chupar esa polla que ella tanto deseaba. Le succionaba con delicadeza, consiguiendo que aquella maravilla se pusiera dura. Alberto se despertó, pero se hizo el dormido, pues quería disfrutar de aquello con los ojos cerrados. Silvia pasaba la lengua por todo el tronco, mientras le acariciaba los testículos. Después siguió chupándole la punta mientras le masturbaba: esa polla esta tan dura y erecta que Silvia deseaba meter en su coño húmedo. Se bajó la falda, y subió despacito a la cama. Se agarró a las barras que tenía por encima y se sentó a horcajadas sobre él. Cogió el pene y se lo metió despacito en su coño. Empezó a bombear, sujetándose con las dos manos a las barras. Era perfecto, porque podía subir y bajar sin tocar el muñón ni la pierna, y así ella llevaba el ritmo que deseaba. Alberto abrió los ojos y viendo a su Rojita follando su polla, comenzó a gemir de placer. Antes de que pudiera decir algo, Silvia le susurró:

- Shhhttt… No digas nada. Solo disfruta, cariño. Quiero correrme contigo, sin decir nada. Disfrutemos en silencio.

Silvia se dio la vuelta, mostrándole su culo. Cogió esa maravilla en su mano y empezó a masturbarse con ella, pasándola por su coño, que estaba empapado: se lo pasaba por el ano y volvía hasta su coño. Alberto, viendo ese espectáculo, sólo deseaba penetrar eso culo tan hermoso. Silvia, intuyendo lo que su amor deseaba, volvió a pasar la polla por su ano, soltó una mano y metió un dedo en su coño para lubricárselo. Se lo pasó por su ano y lo metió dentro. Alberto estaba a punto de explotar, viendo como su

novia le hacía disfrutar. Cuando Silvia noto que su ano estaba bien excitado, cogió la polla y se la introdujo despacito.

- ¡Diossss, qué ricoooo! – gimió Silvia.

Le encantaba que su chico le follara su culo. Alberto no pudo contenerse y con voz ronca le ordeno:

- Métetela entera, nena… Quiero verla entera dentro de tu precioso culo.

Silvia cumplió su orden y empezó a follarse el culo profundamente, mientras se masturba el clítoris, lo que la hizo notar que llegaría al clímax sin tardar mucho.

- Cariño… – le avisó – Me voy a correr enseguida. Quiero que te corras conmigo y me llenes el culo con tu leche calentita.

Alberto, que estaba también a punto de correrse, le contestó:

- A tu orden me corro, Rojita.

Silvia siguió unos minutos, pero no aguantó más y, con voz de estar muy cachonda, le ordenó correrse:

- Ahora, cariño… ¡Córrete conmigo! ¡Ahoraaa!

Los dos se corrieron a la vez, quedándose Silvia con dolores de pierna y temblores. Se bajó de la cama como pudo, le dio un beso y entró al servicio a asearse.

Salió con un paño húmedo y le limpió el pene a Alberto.

- ¿Qué tal te lo has pasado, cariño? – Le preguntó Silvia con una sonrisa.

- ¡Estás loca, Rojita! – Le respondió – ¡Pero me encanta y me vuelve loco que tengas estas iniciativas, me sorprendes cada vez mas!

- Lo sé, cariño. Sé que te vuelve loco, y esto no es nada comparado con lo que te espera una vez que salgas de aquí. – Le respondió. – Ahora duérmete. Yo también voy a dormir. Son las 4 de la mañana y a las 7 me tengo que levantar. – Prosiguió Silvia.

Los dos se durmieron. Cuando sonó el despertador, Silvia se levantó. Se despidió con un beso de Alberto, que estaba aun dormido, y se fue a casa, para poder ducharse e ir a trabajar.

Pasaron los días y las semanas, y Alberto iba progresando con sus lesiones. Ya podía incorporarse y le dejaban sentarse en la silla unas horas al día.

Mónica se había ido de vacaciones, sin decir nada a Alberto. Cuando se reincorporó, entró a la habitación para verle. Entró, vio que Alberto estaba sentado en dicho silla y le saludó sonriente:

- ¡Hola Alberto! ¿Qué tal estas? Ya veo que en estas semanas has mejorado mucho y que ya te dejan sentarte en la silla – Le dijo.

Alberto la miro con cara de poco amigos y le respondió:

- ¿Tú crees que es normal que te vayas de vacaciones y no me avises?

- ¡Vaya, vaya! Veo que mi ausencia no te ha gustado nada – respondió Mónica con una sonrisa.

- ¡Pues no, no me gustó en absoluto! Todos los días tuve que aguantar a la pesada de "la Ana". ¡Dios, qué mujer más insoportable! – le respondió Alberto.

- Bueno, no te preocupes. Ya he vuelto y vengo con una sorpresa para ti. Esta mañana, te voy a duchar por primera vez, en las duchas del pasillo. – Le comunicó muy contenta.

- ¡Wowww! ¡Qué bueno! Estaba deseando que pasara eso, agua caliente abundante sobre mi cuerpo… – exclamó Alberto eufórico.

Desde que entró en el hospital, a Alberto siempre le habían aseado en la cama. De modo que esto era como un premio a su mejoría. Y significaba estar más cerca de poder salir de ahí.

Mónica salió de la habitación, y al ratito entró con una silla de ruedas especial, para personas con movilidad reducida. Ayudada por una compañera, le sentó en la silla, y se lo llevó al cuarto de baño.

- Prepárate guapetón, que hoy vas a sentir un placer distinto al que estás acostumbrado. – le dijo con una sonrisa.

Alberto estaba feliz, y con una carcajada le respondió:

- Soy todo tuyo, guapa.

Mónica empezó a echarle abundante agua caliente sobre la cabeza, sabiendo que Alberto se lo agradecería. Nada de prisas, que pudiera disfrutar de esa sensación de calor en su piel.

- ¡Diosss! ¡Qué rico! – Exclamó Alberto – ¡Cómo deseaba este momento! Mónica observando cómo Alberto estaba disfrutando de esa situación, y viéndole completamente desnudo en esa silla, comenzó a excitarse. Cuando llego el momento de enjabonarlo, le dio la esponja con gel, con extracto de avena y Alberto empezó a frotarse, mientras ella le observaba a distancia. Mónica no podía dejar de asombrarse al ver a aquel hombre, que después de pasar todo ese sufrimiento, pudiera recrearse en algo tan sencillo como una ducha, con abundante agua y jabón.

- ¿Estas disfrutando, eh? – Le preguntó Mónica.

Él, que estaba "en otra galaxia", solo se limitó a responder:

- ¡Ni te imaginas!

Alberto empezó a bajar la esponja hacia abajo para asearse el pene, los testículos y el ano, cuando de repente, gritó:

- ¡Ay, Dios! ¡Cómo duele cuando me apoyo en la cicatriz!

Mónica se acercó y le respondió:

- No pasa nada, ven aquí: yo te lavaré la parte de abajo y tu pierna.

Muy lentamente y con delicadeza le lavó el pie y la pierna, mientras pensaba que, en un momento, le tendría que volver a lavar sus partes íntimas. Alberto, viendo que ella se acercaba con la esponja a su pene, y pensando que aquella enfermera que tanto le gustaba le iba a volver a tocar, se excitó. Mónica no podía dar crédito a lo que estaba viendo y notó que empezaba a ponerse húmeda al ver cómo aquella hermosura se volvía dura

sin tocarlo. Se puso tan cachonda que se levantó, fue hacia la puerta y la cerró con cerrojo. Se acercó a él y le susurró en el oído:

- Sé que lo que voy a hacer esta prohibido, pero lo prohibido es lo que nos da vida. Lo que va a pasar aquí, quedará entre tú y yo y nadie lo sabrá. Será nuestro secreto indecente.

Alberto, sin pensarlo y sabiendo que eso era lo que había deseado desde que la vio por primera vez, la agarró por la cintura, la acercó y empezó a besarla. Ella mientras tanto siguió enjabonando esa maravilla de pene erecto, lo cual le daba un placer enorme. A continuación le echó agua tibia para quitarle el jabón y empezó a chupárselo. Olía a avena fresca y esto a Mónica le estaba gustando tanto que siguió chupándole suave y lento, pasando su lengua por toda la punta mientras con sus labios masajeaba el tronco.

No tenían mucho tiempo, ya que había otros pacientes esperando su turno para ducharse. Por eso Mónica quería hacerlo rápido pero rico, para que él se llevara un buen recuerdo de esa "primera ducha caliente en el hospital". Empezó a masturbarle con una mano, haciendo el movimiento del sacacorchos, mientras le seguía chupando la punta de su pene. Aprovechando que tenia jabón, siguió masajeando con la otra mano el perineo, presionando suavemente en círculos esa zona. Alberto, sintiendo un enorme placer con esos movimientos soltó un gemido:

- ¡Joderrr, Mónica! ¡Cómo me gusta eso! Nunca había sentido ese placer.

Ella, sabiendo que le gustaba, le respondió:

- Quiero que me avises cuando te vayas a correr. – Y siguió con el lento masaje.

Alberto notó una gran presión en los testículos y en la base de su polla, por lo que notó que el orgasmo era inminente.

- ¡Mónica, me voy a correr en pocos segundos!– le avisó.

De repente Mónica hizo algo que descolocó a Alberto. Le metió un dedo en el culo y, tocando su punto G hizo que se corriera como un loco, llenándole la cara de leche. En cuanto se recuperó un poco, le dijo:

- Tenemos que irnos, Alberto. Están por entrar los siguientes y no queremos que nadie sepa lo que ha pasado aquí, ¿verdad? – preguntó con su sonrisa pícara.

- Claro, Mónica, me visto y nos vamos. – le dijo él.

Rápidamente ella se limpió la cara, que tenía todos los restos de semen, mientras Alberto se ponía la bata. Mónica se pasó también una toalla por su húmedo coño y enseguida le dijo:

- Si estás listo, podemos volver a la habitación.

- ¡Listo, enfermera! Cuando quieras. – respondió él guiñándole el ojo.

12 comentarios:

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  2. Mónoca, Mónica!!!
    A ver si en el próximo relato disfruta ella un poco más jejejej... Este muy bueno como el primero muy calentito!! y con foto de regalo ;)

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    1. gracias Jessy...un placer saber que te ha gustado...la foto...un regalazo para los ojos jajajja

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  3. Ay Alberticoooooo que se te veía el plumero. Y mírala ella, enfermera comprometida y bondadosa donde las haya, se merece un premio ¿no crees? Espero leer cual es porque quiero que lo escribas claro (lectora exigente)
    Y que pasa con rojita? Ummmm, esperando la resolución de conflictos oportuna.
    Nos leemos en la tercera parte.

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    1. A ver, "lectora exigente", si Julián dice que habrá sorpresas, es que las habrá. Y sí: nos "vemos" en la 3ª parte. Besitos

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    2. Jajaja Mary! si no había visto yo este comentario.
      Me parece muy bien que nos deis gusto a las consumidoras!

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  4. gracias por tu comentario may....alguna sorpresa habrá.

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  5. Julian, ponme como Fan numero uno, por que estoy enganchada a tus relatos,bueno quien dice enganchada, dice caliente, pero corramos un tupido velo , jajajjajajajaja esta segunda entrega me ha encantado, Mary y tu, son mis mentes calenturientas favoritas, beso a los dos ;o)

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    1. Lo de "mente calenturienta" no me lo habían llamado nunca (creo¿?¿?¿?¿?) Pero de momento creo que "Me gusta". Gracias Jossie. Besitos!

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    2. graciassss Jossieeee....eres grande....Viva la chichaaa...besos.

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  6. Bueno creo que como esperiencia te ha valido de mucho.....supongo que a veces la realidad supera la ficción. .....me han gustado todos tus relatos aunque tengo que decir que algunas cosas me parecen un poco surrealistas.....pero en conjunto está muy bien....enhorabuena.....puedes seguir escribiendo

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  7. Jjjjjjjjjjjj muy bueno , estos relatos hechan chispas , pero en comparacion con otros tienen un no se que , que te obligan a seguir leyendo .

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