Bienvenido a mi dominio

¡Hola a todos!

Hace poco comencé a escribir, todo empezó como un reto que me pusieron, y este es el resultado, quiero comentaros que no todo el mundo le puede gustar lo que escribo, eso no quiere decir que sea un vivo reflejo de lo que soy.

Esto no lo podría hacer sin la ayuda incondicional de Mary Ann corrigiendo mis fallos garrafales y sin May Packer editando el blog. Gracias Chicas.


lunes, 10 de febrero de 2014

EL HOSPITAL III




El hospital III (escrito por Julián Pulido y editado por Mary Ann)


Alberto entró por su cuenta a la habitación. Mónica le ayudó, junto con una compañera, a subirlo a la cama.

- Bueno muchacho, ¿qué te ha parecido la ducha? – Le preguntó la compañera a Alberto.

- ¡Uff! No te puedes imaginar lo bueno que ha sido: para repetir. ¡En mi vida me había dado una ducha tan placentera! – Le contestó Alberto con una sonrisa.

Mónica, que estaba detrás de su compañera, se puso colorada y sonriendo le guiñó el ojo, haciendo un gesto con la mano, recordando que ése era su secreto.

- Bueno muchacho, seguro que repetirás a partir de ahora, ya que puedes levantarte de la cama – Le respondió la enfermera.

Salieron las dos de la habitación, deseando un buen día a Alberto, quien le devolvió el mismo deseo con una sonrisa.
Pasaron los días y se acercaba fallas.


Alberto ya podía levantarse solo de la cama y le habían puesto una silla de ruedas para poder moverse por los pasillos. Después de estar tres meses en el hospital, había visto entrar y salir varios pacientes de la planta de traumatología. Con algunos hizo amistad y tenía "buen rollo" con todas las enfermeras. Ellas, como los médicos, estaban encantadas del progreso de sus lesiones. Pero de lo que más orgullosos estaban, era de la manera en que se tomaba todo lo ocurrido. Jamás estaba de mal humor y siempre tenía palabras de ánimos para aquel que lo necesitaba. Cuando sabía, por las enfermeras, que algún paciente estaba pasando por un mal momento, no dudaba en acercarse a la habitación para darle ánimos. Alberto tenía un lema, que en su compañía de operaciones especiales siempre su usaba: "Cuando tu cuerpo diga basta, tu mente dirá adelante". Esto lo utilizaba siempre que tenía que bajar a rehabilitación y los ejercicios le hacían pasar un mal rato. Repetía ese lema una y otra vez a los compañeros de planta que sufrían dolor. Aún no sabiendo bien qué quería decir con eso, ellos se lo agradecían e intentaban aplicarse ese lema.
Llegó el día de La Nit del Foc.


A Alberto le encantaba esa última noche de las fallas. Pero sabiendo que estaba dónde estaba, tendría que limitarse a verlo por la televisión. Silvia llegó por la tarde. Había quedado con las amigas para ir a ver las hogueras y después pensaba volver para quedarse a dormir con Alberto. Pero no sabía cómo decirle que se iba a ir con las chicas.

- Hola cielo. – Le dijo al entrar por la puerta.

Silvia iba radiante. Llevaba su pelo de color ocre planchado, un vestido negro con un escote, que le hacía resaltar ese canalillo que a cualquier hombre le volvía loco, y unos zapatos azules oscuros de tacón.

- ¡Jolines nena! ¡Qué guapa estás! ¿A dónde vas tan mona hoy? – Le preguntó Alberto.

- Puess… ¿Cómo te diría yo? Eh… Verás: he quedado con las chicas para ir a ver las fallas esta noche ¿Te importa? – Le preguntó sintiéndose culpable por dejarle solo esa noche.

- Claro que no, Rojita – le respondió. – Sé que te gusta, y aunque a mí me guste más tenerte aquí conmigo, no sería justo decirte que me importa que te vayas. Tú también necesitas divertirte y salir con tus amigas. Llevas tres meses al pie del cañón. ¡Ve y cuando vuelvas, me traes los churros con chocolate!

Silvia le abrazó y le dio un dulce beso con la lengua, como a él le gustaba… y le susurró al oído:

-¡Gracias cielo! Sabía que ibas a ser comprensivo y que no te iba a importar. Te prometo que cuando vuelva comeremos churros y algo mas… Con una sonrisa se retiró y cogió el móvil, e hizo una llamada:

- Hola Lola, soy Silvia. Le parece perfecto lo de esta noche. Quedamos como lo planeamos. Nos vemos en la falla del convento de Jerusalem a las diez. Nos vemos guapa. ¡Ah! Y avisa a las demás, por favor. Hasta luego preciosa.

Alberto, que había escuchado la conversación, no pudo resistirse a preguntar:

- ¿Lola? ¿Has quedado con Lola? ¡Vaya,vaya! Esta noche os espera una gorda. – le dijo con voz de saber que esa noche iba a ser fuerte.

- Sí cielo. Sabes que me gusta salir con ella. Nos compenetramos muy bien y sabemos cuidarnos mutuamente. – le respondió.

Eran las nueve de la noche, Alberto había cenado ya y Silvia estaba arreglándose en el cuarto de baño.

- Bueno cielo. Hora de irme, que con las calles cortadas tengo que coger el tranvía y estarán a tope de gente.

- Pásatelo bien esta noche, y piensa en mí, que esta noche esta Mónica de guardia.

- Jajajaja, ¡Oye guapo! ¡Se mira, pero no se toca! ¿Eh?

- No te preocupes, cielo. No haré nada que tú no harías. – Le respondió con risas y voz de pícaro.

Silvia de despidió de él, y se marchó. Alberto se quedó allí, con el mando de la televisión en su mano, haciendo zapping. En los últimos tres meses, se había convertido en su fiel compañero. Se había visto obligado a cambiarlo por su anterior "novia" el fusil, ya que no volvería a ver su Cetme C, que tanta compañía le había hecho. Mónica entró en la habitación con el termómetro.

- ¡Buenas noches, Alberto! ¿Te han dejado solo esta noche? – Le preguntó con una sonrisa traviesa.

- Sí hija, sí. Me han dejado solo y encima diciéndome "que te puedo mirar y no tocar" Jajajaja. – Contestó riendo.

- No te preocupes, guapetón. Seguro que esta noche pasará algo que te hará olvidar este momento de estar solo, en esta habitación. – Le dijo Mónica, con una voz aún más pícara, dejando a Alberto sin saber qué pensar.

Todo esto le estaba mosqueando, ya que Silvia con Lola, Mónica con este comentario ahora, le sonaba a querer reírse de él.

- ¿Qué pasa hoy? ¿Os habéis empeñado las mujeres en joderme y reíros de mí esta noche o qué? – Preguntó Alberto, enfadado.

- ¡Tranquilo, boina verde! ¡Que te sale el genio guerrillero! – Le respondió Mónica. Sólo quiero animarte y hacerte saber que la noche te puede traer sorpresas…

Mónica cogió el termómetro, lo miro y dijo:

- Y encima no tienes fiebre hoy. ¡Mejor que mejor!

Salió de la habitación, sin darle tiempo a Alberto para contestar. Alberto se quedó estupefacto. No entendió nada, y menos que saliera Mónica de la habitación sin decir "buenas noches, que duermas bien". Se quedó viendo una película de risas, ya que no tenía ganas de pensar en todo lo que había pasado. Sólo quería que pasaran las horas y dormirse, para despertarse con sus churros y chocolate.

De repente se abrió la puerta, y ahí estaba Jose con Simón, sus dos amigos fieles.

- ¡Coño! ¿Qué hacéis aquí a estas horas? ¡Qué sorpresa veros! – Exclamó con alegría.

- ¿Qué pensabas, que te íbamos a dejar aquí solo, en este día del Nit del Foc? ¡Con lo que te gusta a ti ver un castillo de fuegos artificiales, ni de coña! – Le contestó Jose, que sacó una bolsa con ropa para Alberto.

- ¡Vamos campeón, vamos a vestirte, que te llevamos a ver el castillo! – Comentó Simón.

- ¿Estáis locos? ¿Qué queréis, que me echen la bronca por salir del hospital o me pase algo? – le preguntó Alberto, con voz de "qué leches está pasando aquí".

Simón salió de la habitación y entró con Mónica, que venía riéndose.

- Jajaja, ¿Qué te dije, guapetón? Que esta noche pasaría algo que te haria olvidar que ibas a estar aquí solo. – Le dijo Mónica.

- Pero Mónica ¿Cómo puede ser esto? ¿Estáis todos locos? Que esto no se puede hacer sin el permiso del médico, ni la jefa de planta – le interrogó Alberto.

- No te preocupes. Está todo arreglado. Pedí todos los permisos para que pudieras salir esta noche. ¡Tú diviértete! Pero eso sí: ¡No hagas locuras y no entres por puerta de urgencias! – le advirtió Mónica, con los ojos llorosos de alegría. Le hacia ilusión ver que Alberto, después de tres meses pudiera salir por unas horas del hospital, en su silla de ruedas.

- ¡Joder! Lo teníais todo planeado, por lo que veo. ¿Silvia sabe de esto? ¿Por qué no se quedó? – Preguntaba Alberto todo confundido.

Jose, que de ver la cara de sorprendido de su mejor amigo, se moría de risa respondió:

- Ella no sabe nada de nada. Lo planeamos todo nosotros. La única que sabe de esto es Lola, que a su vez le va a dar la sorpresa a Silvia. – le aclaró Jose entre carcajadas.

Mientras tanto Alberto se iba vistiendo, ayudado por Mónica, que quería ser partícipe a la hora de ponerle guapo: le aseó, le peinó y le perfumó.

- ¡Listo muchacho! ¡Preparado para la batalla! Pásatelo bien. Y recuerda: no bebas mucho alcohol, por la medicación que estas tomando. – le advirtió.

- ¡Gracias Mónica! No sé cómo pagarte todo lo que estás haciendo por mí. ¡Te traeré unos churros para que desayunes! – se despidió.

Salieron "los tres mosqueteros" de la habitación, con la silla de ruedas por delante. Alberto llevaba una sonrisa de oreja a oreja, pero a la vez estaba asustado, aunque listo para divertirse y disfrutar de esta Nit del Foc. Cuando salieron del hospital, cogieron el tranvía que les llevaría cerca del Convento de Jerusalem, la falla de la que Lola era fallera. Allí estaría Silvia con Lola y unas amigas más, sin saber que Alberto venía de camino. Jose llamó a Lola para avisarle de que estaban en camino, y advertirle que se fueran al sitio acordado, para encontrarse enseguida, y así no tener que estar llevando a Alberto por todo la multitud. Cuando llegaron al sitio convenido, Alberto vio a Lola, le hizo una señal y Lola supo enseguida que hacer.

- ¡Silvia, ven! – le dijo Lola. – Quiero presentarte a un amigo super-simpático, que está como un tren.

Silvia se dio la vuelta, y cuando vio a Alberto ahí sentado en la silla de ruedas, se echo a llorar.

- ¡Cariño! ¿Qué haces aquí? ¿Te has escapado del hospital para venir? – Le preguntó Silvia, sin saber lo que estaba ocurriendo.

Se acercó a él y se fundieron en un abrazo.

- No, Rojita. Estos "julandrones", incluida Lola, lo tenían todo planeado. Pidieron permiso al médico y se lo dieron. – Le respondió Alberto con alegría.

Todos se pusieron a hablar y estaban contentos de saber que Alberto no iba a perderse esta noche que a él tanto le gustaba ver. Lola propuso subir a su piso para ver el castillo, que estaba a punto de empezar. Ella tenía unas vistas increíbles sobre el río Turia. Subieron todos, y se asomaron al balcón. Silvia no se apartaba de Alberto, estando pendiente de que no le faltara nada.


Cuando empezaron los fuegos artificiales, se abrazaron y disfrutaron de esos veinticinco minutos de sonido, color y olor a pólvora. Cuando todo terminó, Silvia se acerco a Lola, y le susurró algo al oído,

haciéndole reír. ¿Qué sería lo que le había dicho? Lola se acercó a sus otras dos amigas y les comentó algo que a la vez les hizo reír a ellas. Alberto, a quien no se le escapaba ni un detalle, exclamo:

- ¿Qué estaréis tramando? Mmmm… Pero "me pone" saber que puede ser caliente…

Las dos amigas cogieron a Jose y Simón y se los llevaron a una habitación. Cuando Lola, Silvia y Alberto se quedaron solos en el salón, Lola se acercó a Silvia y empezó a besarla suavemente los labios mientras miraba fijamente a Alberto, con ojos de deseos. Después se acercó a Alberto y le guió hasta la habitación. Le ayudaron a subirse a la cama y le desnudaron con delicadeza.

- ¡Disfruta de tu primera salida y de lo que te vamos a hacer! – le dijo Silvia, acercándose a Lola para pasarle la lengua suavemente por los labios.

Alberto se excitaba sólo de ver como su novia besaba a esa mujer morena, con unos pechos perfectos.

Lola puso un CD de "Sade" para calentar el ambiente, y le susurró a Silvia que empezaran a desnudarse mutuamente al compás de la música… muy despacio… con delicadeza… Alberto se limitaba a mirar como esas dos mujeres bellas se desnudaban, mientras se tocaba su miembro y lo ponía duro.

- ¡Hey, Cojito! ¿Te gusta lo que estas viendo? – Le preguntó Silvia, mientras se ponía detrás de Lola, tocándole un pecho y poniendo la otra mano en su depilado pubis.

- ¡Me excita veros cómo os tocáis, mientras me tenéis aquí castigado! – Le contestó con voz desquebrajada.

Lola puso su mano en la entrada húmeda de Silvia, mientras con la otra mano, le acercó la cabeza, invitando a que le besara el cuello…

- ¡Disfruta de este espectáculo, pronto te haremos disfrutar a ti! – añadió Lola.

Las chicas bailaban con movimientos muy sensuales, al compás de ¨By your side¨, mientras no dejaban de tocarse mutuamente. Lola se dio la vuelta y besó lentamente el cuello de Silvia, bajando hacia su pecho, dejando un camino marcado por la humedad de su lengua. Cuando llegó al pezón, lo mordió suavemente, sacando un gemido a Silvia. Eso la excitó tanto que bajó más, hasta quedarse a la altura de su húmeda hendidura. Entonces empezó a darle suaves besitos, y metiéndole la punta de su lengua, sintió su humedad. Silvia le agarró de la cabeza y la invitó a seguir… subiendo una pierna a la cama para que pudiera verlo mejor. Alberto disfrutaba del performance lésbico que su novia y su mejor amiga le estaban ofreciendo.

- ¡Joder… me estáis poniendo muy cachondo! – Exclamó excitado – ¡Quiero teneros aquí, en la cama!

Silvia, cumpliendo la orden de su novio, cogió a Lola de la mano y se acercaron a la cama. Silvia se arrimó a su cara, metiéndole la lengua en su boca, mientras Lola empezó a chuparle su pene. Alberto, al sentir la boca húmeda alrededor de su miembro, le pidió a Silvia que hiciera lo mismo. Ella no lo dudó, se acercó a su polla, y empezó a chuparla, mientras Lola le lamía los testículos.

- ¡Diosssss… qué rico! – Gimió – ¡Seguid así!

Las dos se cambiaban de posición, hasta que Silvia se levantó y se sentó encima de su cara, ofreciéndole su húmeda hendidura.

- ¡Chúpamela cariño! ¡Siente mi calor y humedad en tu boca! – le pidió Silvia excitada.

Alberto empezó a lamerla despacio metiéndole un dedo. Conforme iba lamiendo mas deprisa le metía otro dedo, haciéndole gemir de placer, Lola, viendo como disfrutaba Silvia, se acercó a ella, ofreciéndole a la vez su hendidura. Alberto estaba muy excitado y necesitaba meter su polla en el coño de su novia.

- ¡Silvia, súbete encima de mí y fóllame! – Le pidió con voz grave.

Silvia se subió despacito y se sentó en cuclillas encima de él, cogiendo con su mano ese enorme falo y metiéndoselo despacio. Empezó a follarlo despacio, para ir subiendo lentamente el ritmo, mientras Lola se limitaba a ver

- ¡Así, cariño, así… fóllame como tú sabes!

Alberto estaba a punto de correrse, y le pidió a Lola que besara a Silvia, mientras él se corría. Lola se acercó a ella y empezaron a besarse locamente, entrelazando sus lenguas.

-¡Sí… así… qué rico veros… como os besáis! – Eso le hizo enloquecer y se corrió dentro de su novia sin poderle avisar.

- ¡Cariño, me he corrido dentro de ti! – dijo Alberto.

- ¡No te preocupes cielo, he empezado a tomar los anticonceptivos! – le respondió Silvia.

Ella se bajó despacito de la cama, se tumbó a los pies de él e invitó a Lola a subirse encima de ella, haciendo un 69.

- ¡Vamos Lola… nos toca a nosotras corrernos!

Lola se subió y empezaron a lamerse locamente sus coños húmedos. Les encantaba terminar los tríos de esa manera. Era una regla que tenían: Silvia follaba a Alberto y ellas se corrían juntas. No tardaron en lograrlo, mientras Alberto miraba. Eran las cuatro de la mañana, Alberto estaba cansado y quería irse.

- Silvia por favor ¿podemos irnos? Estoy muy cansado y no quiero molestar a esos dos, que se lo están pasando en grande.

- Silvia, muy comprensiva, avisó a Jose de que se iban. Llamó a un taxi y se despidieron de Lola. Antes de llegar al hospital, pararon en un puesto de churros para comprar a Mónica los prometidos por Alberto. Cuando

llegaron, Alberto fue directamente a la habitación, mientras Silvia le llevaba los churros a Mónica. Al entrar en la habitación, Silvia vio a Alberto dormido en la cama. Se había subido solo: eso le sorprendió y a la vez le dio alegría, ya que eso significaba que quedaba poco para irse para casa. Silvia se cambió y se tumbó en el sofá, quedándose profundamente dormida. Fue una noche de lujuria, donde alegría, sexo y amistad les llevaron al máximo éxtasis.

Fin.

16 comentarios:

  1. Yujuuuuuuu!!!. Enhorabuena Julian, me ha encantado el final d tu relato!!!. Buenisimoooooo!!!. Y ahora a empezar a pensar en el proximo...se q has descubierto una nueva faceta q t encanta y eso me alegra, pq t veo ilusionado y feliz y para mi eso es lo mas importante!!!. Un besazo!!!. Elvi

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  2. Gracias Elvi..es importante para mi estos animos...por gente como tu vale la pena seguir escribiendo relatos...besos.

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  3. felicidades Julian ,como siempre me has dejado con ganas de mas!!!

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    1. gracias Anonimo...no se quien eres..pero me gustaría saberlo..pronto habrá mas.

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  4. Menuda noche! Vaya una sorpresa que le tenían preparada. Toda una suerte la de Alberto tener amigos y "amigas" así.
    Un gran broche final para este relato.
    Ahora a esperar con que nos sorprendes de nuevo.

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    1. May, conociendo a Julián, no sabemos con qué, pero seguro que nos sorprende!!!! jajajaja

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    2. Jajajaja Mary Ann seguro que tü te enteras antes que nadie ;)

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    3. gracias May...seguro que te vuelves a sorprender ajajajajaj

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  5. La leche con el final de la historia, vaya noche, me encantaaaa!!!! beso bello ;o)

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    1. ¡¡La leche y hasta el café, Jossie!! jajajaja A mí también me encantóóóóó ;-)

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    2. Gracias Jossie....todo una sorpresa el final...quien lo hubiera inmaginado jajajajaaj

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  6. Uf, para nada me esperaba un final así. Ha sido una grata sorpresa. Seguiré leyendo lo que publiques.

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  7. Menuda salida del hospital con fuegos artificiales y final feliz jajajaja que bien.
    Sigue escribiendo es genial y la imaginación al poder, por cierto el próximo trío que sea si es posible dos hombres y una mujer. El escritor eres tú y tu decides.
    Sigue para delante.

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    1. Bueno Montse...para trios ya veremos jajajajaj....me alegro que te gustara la salida del hospital.

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  8. El final en serio y que pasa con Alberto cuando sale del hospital? Y monica que se quedo con muchas ganasjjjjj genial en serio pienso que debes continuar .

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